No hay uso de IA en ningún paso. Todo el contenido, diseño y producto son generados exclusivamente por la persona utilizando recursos tradicionales.
La IA se utiliza para tareas mecánicas (como corrección ortográfica, formateo) o para procesar y reformular información existente (como resumir o traducir). La IA no aporta ideas, análisis o conceptos nuevos al contenido original.
La IA ayuda en la generación inicial de ideas y en la estructuración del trabajo, pero todo el contenido final es desarrollado por la persona. La IA no produce contenidos para el producto final, pero sí influye en las ideas.
La IA genera borradores iniciales o "esqueletos" de contenido. La persona utiliza este material como un punto de partida, pero asume la autoría principal, reescribiendo, adaptando y construyendo significativamente sobre la base generada por la IA. La interacción es principalmente unidireccional: la IA produce y la persona revisa y modifica.
Hay un diálogo continuo y bidireccional entre persona y IA, con iteraciones frecuentes. La persona guía activamente a la IA durante todo el proceso, refinando su contenido a través de la conversación continuada. El resultado es una fusión estrecha y co-creada del trabajo de ambos, donde la IA actúa como un colaborador activo.
La IA genera el contenido o producto de forma autónoma. La persona establece los parámetros iniciales, pero la IA desarrolla el trabajo con mínima o nula intervención durante el proceso. El rol de la persona es validar el producto final para su uso o entrega, asegurando que cumple con los requisitos iniciales y es de calidad.